El arquitecto Daniel Isern diseñó la casa Meriterrani 32, construida en
San Pol de Mar, España.
Como señala el arquitecto, coincidiendo con Claude Monet: el paisaje no puede existir por sí solo, su apariencia, entorno, atmósfera, iluminación están en constante cambio. Es sólo el entorno el que da a los objetos su valor real.
El proyecto de esta casa comenzó con una tarea muy difícil: construir en un terreno muy inclinado con una pendiente de casi el 100%, pero con una gran perspectiva y un presupuesto bastante limitado.
Fue este terreno de difícil acceso, rodeado de un bosque de pinos, el que determinó la idea principal de este proyecto. El paisaje, sus perspectivas, el color de los árboles, el movimiento del sol y las sombras van cambiando constantemente con el tiempo...
Por un lado, el tamaño limitado del sitio y su orografía compleja, y por otro lado, el deseo de dejar una huella mínima en el paisaje, nos llevó a la idea de buscar inserciones en él, para que el los árboles circundantes, cuyos troncos están bien adheridos al suelo, abren la vista y encajan en cada piso de tal manera que cada corona se convierte en una terraza del siguiente nivel superior y un porche para el inferior.
Esto dio como resultado una estructura muy formal con enormes voladizos que se proyectan hacia el vacío y hacia las profundidades del bosque y el mar. Una estructura que se abre a la vista y al sol, gracias a terrazas y porches, entrelaza y une el interior con el exterior.
El edificio es igualmente formal y armonioso en sus volúmenes y los materiales utilizados para su construcción. Líneas de hormigón, hierro, madera y piedra, unidas, acentúan el carácter de cada una de ellas.
Como resultado, todo el edificio es un diálogo entre el vacío y la plenitud, materiales, externos e internos; encontrar un equilibrio entre estas partes contrastantes.
